A pesar de que ayer fue miércoles y ya se sabe que por la semana las rutinas mandan, fue un día distinto. Oviedo amanecía nevado. El color blanco lo inundaba todo y la estampa era realmente preciosa. No recuerdo exactamente cuando fue la última vez que vi Oviedo así, pero seguro que unos cuantos años.
En casa todo eran nervios por bajar a la calle a tocar la nieve. Así que nos vestimos rápido y salimos un poco antes de nuestra hora de siempre (os dije ya que ayer fue un día de romper rutinas?) y aprovechamos a jugar con la nieve del parque que tenemos debajo de casa. No había mucha, pero si lo suficiente para hacer unas cuantas bolas y dejarnos las manos literalmente congeladas, aunque eso os lo cuento otro día.
A eso de las once parecía que Lorenzo quería salir, así que casi sin darme cuenta me vi vestida y con cámara al cuello. Hice un pequeño paréntesis en mi mañana de rutinas y me encontré con esto:
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